Desde la fundación Artemisan somos de la opinión de que el lobo constituye un elemento muy valioso de nuestro patrimonio natural y estamos orgullosos de que sus poblaciones hayan aumentado en los últimos años hasta el punto de que ya no se encuentre en peligro de extinción.
Sin embargo, no podemos obviar que este aumento en sus poblaciones ha provocado un grave conflicto con los ganaderos, que sufren continuos ataques haciendo que sus explotaciones dejen de ser viables.
Tampoco podemos olvidar el daño que están ocasionado a especies como la cabra montés o el corzo, hasta el punto de que en reservas tan emblemáticas como la de Credos, han acabado con la práctica totalidad de los machos viejos, cuya caza suponía un importantísimo ingreso.
La situación legal del lobo en España es distinta según se encuentren al norte o al sur del río Duero. Al norte es una especie cazable, mientras que al sur está protegida y los pocos controles poblacionales que se autorizan los realiza la guardería forestal.
La práctica totalidad de las comunidades autónomas con presencia de lobo han redactado planes de gestión de la especie, permitiendo, en alguna de ellas, su aprovechamiento cinegético moderado y sostenible. Lamentablemente, estos planes de gestión son sistemáticamente recurridos por grupos ecologistas que consideran que el lobo no debe ser objeto de caza ni control alguna Artemisan se ha personado con éxito en todos estos procedimientos apoyando los planes de gestión, ya que consideramos que la mejor forma de defender al lobo es mantener sus poblaciones controladas, de forma que se puedan compatibilizar con las del ganado.
Además, si, como se pretende. el lobo es declarado especie protegida en toda España y por lo tanto se prohibiera su caza, muchos ayuntamientos, reservas, etc. dejarán de percibir los ingresos -algunos han superado los 8.000 euros- derivados de la venta de permisos para su caza.
Estamos convencidos de que la prohibición absoluta de la caza del lobo provocaría que se controlara de forma ilegal a través de venenos, trampas, etc., lo que a la larga produciría la muerte de muchos más animales.
Noticia publicada por Jorge Bernad el 7 de octubre de 2019 en ABC de la Caza